Hace muchos años participe en un Taller de Comunicación, allí aprendí muchas cosas que me fueron muy útiles para mi crecimiento personal.  Hoy  en día, yo realizo Talleres de Comunicación personal desde el enfoque Gestáltico y aún recuerdo una imagen poderosa de aquel Taller que simboliza muchos momentos en los que me he encontrado en mi vida.

Recuerdo que el formador coloco dos sillas una frente a la otra separadas por un metro y medio  de distancia. Se subió encima de una de ellas y nos comentó que iba a saltar a la que tenía enfrente, nos rogo que sujetáramos las sillas para hacerlo con relativa seguridad.  Aclaro que,  para pasar de una a otra,  era necesario saltar pues a distancia que las separaba no permitía hacerlo con solo alargar el paso.

El formador nos comentó que,  en la vida, a veces se daban estas situaciones. Por decisión propia o forzados por las circunstancias dábamos un salto hacia adelante, hacia un futuro imaginado más o menos probable o certero, dejábamos atrás el momento actual y tomamos impulso hacia adelante. Yo, en aquella época, estaba a punto de separarme de mi pareja, me encontraba en un momento similar, iniciaba un cambio personal y vital, dejaría atrás la vida como había sido hasta ese momento e iniciaba una nueva que me ilusionaba y a la vez me hacía sentir incerteza.

El formador salto de una silla a la otra y después de la otra a la una, repitió el salto varias veces en una y otra dirección, nos pidió reflexionar sobre lo más obvio:  en la vida nos es posible el salta hacia atrás, cuando uno salta el movimiento es solo hacia delante, saltar hacia atrás, de espaldas, es muy difícil, para hacerlo hay que cambiar de dirección, girar el cuerpo y hacer un nuevo salto que ya no será el mismo, el cambio es consustancial a la naturaleza de la vida.  Lo único que no cambia es que todo cambia.

También nos señaló las fases del movimiento del salto, tomar impulso, saltar, un pie en el aire, el otro permanece en la primera silla hasta que ambos están en el aire.  Se detuvo ahí, metafóricamente, nos rogo que observáramos ese momento, ambos pies en el aire, ya no estamos donde estábamos y no hemos llegado a donde queremos llegar.   Ese momento son apenas décimas de segundo en el salto pero en la vida pueden ser días,  meses o años.   Cuando estamos en el aire ya no es posible retroceder ni volver atrás, tampoco lo será cuando lleguemos, pues si lo hacemos volveríamos a un lugar diferente al que dejamos, solo es posible saltar hacia adelante.

Esta metáfora que intenta reflejar lo que nos puede ocurrir en un momento de cambio personal y nos puede motivar, por lo menos a mí me sirvió para tal fin, quizá no es tan real como podría suponerse.   Hoy lo veo diferente, no es necesario dar un salto ni grande ni pequeño, sí dar un paso orientado en la dirección deseada y caminar hacia adelante.   Si saltamos nos perdemos un montón de pequeños pasos más reales y posibles y perdemos de vista la tierra bajo nuestros pies.  Al fin y al cabo la vida, nuestra vida, no depende en gran parte de nosotros, solo podemos hacernos cargo de nosotros mismos, de lo  que me pasa, lo que siento, lo que necesito y quiero , el resto no depende en absoluto de nosotros. 

 En el terreno personal desconfío de las grandes metas, de los grandes objetivos, de iluminarme o encontrar no sé qué nirvana o una especial paz espiritual.   El gran cambio personal es el pequeño paso orientado en una dirección y  realizado con conciencia de mí mismo/a.

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