La relación de ayuda Terapéutica

La terapia Gestalt es una terapia de acompañamiento, es decir, yo estoy al lado del cliente y me centro en la persona, que le pasa y que me pasa a mí con ella como las principales herramientas de trabajo.  Yo sé que no sé nada de la persona que está a mi lado, si sé acompañarla y apoyarla para averiguarlo juntos.

No sé nada ni de ella ni de su experiencia, de su vivencia, del mapa que utiliza para entender el mundo ni de lo que siente, necesita y quiere.  Poco a poco o rápidamente, cada persona tiene un ritmo, puedo saber todo esto que no se y devolverlo a la persona para que se dé cuenta de que quiere hacer con lo que le pasa, siempre apoyándola, para eso estoy a su lado, sin perder de vista que la finalidad de la terapia es que la persona pueda apoyarse en sí misma.

El otro día realicé un Taller para acompañar a personas que sufren ansiedad. Son talleres en los que trabajo con pequeños grupos y procuro que, a pesar de ser un trabajo grupal, halla un espacio de acompañamiento individual.

Yo sé muchas cosas de la ansiedad según la terapia Gestalt o según el enfoque de la Terapia Bioenergética, pero en el momento que acompaño a una persona tengo claro que no sé cuál es su experiencia, su vivencia de ansiedad. Y para poder acompañarla me interesa mucho.

La Terapia Gestalt y yo tratamos con personas no con síntomas o psicopatologías, confiamos en ellas y tenemos el profundo convencimiento de que todas las personas somos capaces de hacernos cargo de lo que nos pasa y disponemos de todos los recursos para hacerlo, solo que muchas veces nos interrumpimos, no nos damos cuenta de los que nos pasa y evitamos asumir la responsabilidad sobre nosotros mismos, lamentablemente, haciendo esto, también menoscabamos nuestro poder para cambiar las cosas y salir del estado en el que estamos recuperando nuestro equilibrio.

La ayuda que brinda la terapia Gestalt y yo como terapeuta es el autoconocimiento, trata de explorar la experiencia y darse cuenta de cómo vivo lo que vivo y que me pasa mientras lo vivo.  Paso a paso, con mi acompañamiento, entrar en la experiencia, sensaciones, emociones, fantasías y  pensamientos a la velocidad y el ritmo que la persona puede permitirse.  Y yo no sé cuál es esa velocidad ni ese ritmo así que mi  ayuda necesita ser pausada y para eso pregunto a la persona si quiere y que es lo que quiere y necesita de mí.  Le ofrezco mi ayuda hasta donde yo puedo ofrecer, no puedo dar aquello que no tengo y si no se o no puedo lo digo.   Y no puedo dar aquello que la persona no me ha pedido simplemente porque no sé si le ira bien, eso solo puede saberlo la persona que me lo pide.

En el Taller hubo una persona que trabajo y lo hizo con una experiencia muy angustiosa de su vida, la sensación de ahogo estuvo en su garganta durante mucho tiempo, me intereso su sensación, yo he tenido sensaciones parecidas cuando, sin darme cuenta, freno la tristeza y su expresión.  Le compartí mi experiencia. Al hacerlo ella recordó su infancia y su familia, que le decían que se quejaba por todo y siempre estaba llorando.  Le pregunte que necesitaba, me contesto que solo compartirlo, seguí a su lado sin esperar nada más.

Entretanto me llamo la atención su respiración pues me pareció muy leve y superficial, lo compartí con ella y ella puso atención en su respiración, me dijo que se daba cuenta de que no respiraba plenamente.  Le pregunté si quería hacerlo, era el siguiente paso, me contesto que sí pero no sabía cómo, le ofrecí lo que yo sabía y me había funcionado, las técnicas que conocía y le brinde la posibilidad de probarlas, ella me contestó afirmativamente y  fue experimentando cuales le hacían respirar más profundamente como ella quería y le hacían sentir mejor.

Al respirar más plenamente paso algo inesperado, se emocionó más profundamente y la tristeza afloro en forma de llanto y sollozos profundos. Permanecí a su lado y pasado unos instantes le pregunte que necesitaba, me dijo que un abrazo, le ofrecí mis brazos abiertos y el contacto posterior, se permitió llorar más profundamente y se sintió muy aliviada.

Acompañarla y abrazarla estaban en mi mano, la primera cosa yo la ofrecí y ella la acepto, la segunda ella me la pidió y yo se la di.

Ambas cosas le ayudaron.

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